la responsabilidad moral del científico Albert Einstein.

La Sección de Ciencias Históricas del Ateneo ha querido sumarse, por iniciativa de su presidente Alejandro Diez Torre, a las conmemoraciones del cincuentenario de la muerte de Albert Einstein que durante este año se desarrollan en diversas instituciones.
Cuando se me propuso participar en estos actos del Ateneo, buscamos un tema que estuviera fuertemente vinculado con la actividad de Einstein, sin entrar en los aspectos teóricos de sus trabajos estrictamente de investigación física. El tema que aceptamos fue el que figura como titulo de esta charla : Einstein y la responsabilidad social del científico.
Asociar la responsabilidad del científico a la figura de Einstein nos conduce, por una parte, a conocer uno de los aspectos más notables de la dinámica actividad de nuestro personaje y, por otra, reflexionar sobre un hecho cada vez más importante en nuestra historia : la enorme incidencia, para bien o para mal, de la ciencia en la sociedad.
Aunque son muchas las áreas en la que esta incidencia es ya dramática (contaminantes, trasgénicos, ozono, cambio climático, biotecnología, etc., etc.) en el caso de Einstein lo focalizaremos en uno específico : la aplicación de la ciencia a las armas de destrucción masiva.
Los temas sobre la implicación de la ciencia en la sociedad no son nuevos. Son muchos los científicos que desde hace años están llamando la atención sobre la responsabilidad social del científico. Ya la actitud de Nobel, ante el pavor que le deparaba su descubrimiento, puede situarse en esta corriente. El siguiente párrafo de Einstein, perteneciente a un discurso dado en Nueva York en 1933, expone esta idea : « El hecho de que las principales creaciones de Nobel beneficiaran precisamente a los poderes que consideraba más malignos y destructores, debió causarle una gran angustia. Por ello hemos de considerar su testamento como un esfuerzo heroico por su parte para asegurar que los frutos de su vida de trabajo servirían para finalidades benefactoras, para objetivos no de muerte, sino de vida ; de esta manera creía resolver la dolorosa contradicción de su personalidad. Este testamento constituye, pues, un acto de la más noble emancipación personal ».
Entre los clásicos, podemos citar a Einstein, Born, Linus Pauling, Oppenheimer como alguno de los científicos conscientes que han expresado más explícitamente sus temores por las aplicaciones negativas de la ciencia y son nombres punteros que han estado comprometidos activamente en la defensa de la autonomía y libertad de la ciencia.
La actividad de creación científica siempre ha estado mediatizada por el mecenazgo de los grandes señores, o por la orientación de Academias y otras instituciones, que ha hecho que los temas de estudio provengan, en general, de los problemas económicos y militares que los grandes señores, los regímenes o los gobiernos plantean. Es precisamente esta dependencia la que hace caminar al científico por rutas no marcadas por él, y generan situaciones que tocan las áreas de su responsabilidad al aceptar la solución de problemas de dudosa moralidad.

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